Los Valles de Oaxaca están rodeados de un “mar de montañas”. En el Valle de Etla se encuentra un pueblo muy especial, San Lorenzo Cacaotepec, que cuenta con una iglesia bellísima que data del Siglo XVII.
Desde los primeros tiempos de los Viejos Abuelos, esta región de los Valles fue muy habitada. Es una zona muy fértil por el agua que baja de las montañas y en especial, el Río Atoyac queda muy cerca de sus tierras de cultivo.
Con sus dos torres, el templo guarda una majestuosidad solemne y muy agradable. Es más que obvio que se construyó sobre el basamento de un “Cu” o pirámide y seguramente con las mismas piedras.
Posee un atrio muy bien arreglado y decorado, que le invita a descansar y disfrutar de la arquitectura del templo. Bancas, un cuidado jardín y árboles rodean la plaza.
En su interior se encuentran imágenes y retablos de gran belleza y muy bien cuidados. Fondeada en blanco, las paredes permiten apreciar las obras del arte sacro que le dan una ambiente de paz.
En cada pueblo de Oaxaca, siempre se encontrará que el templo es un lugar comunitario de exaltación al desarrollo espiritual. Flores, incienso y veladoras acompañan este oasis de tranquilidad y reflexión.
Si el conquistador/colonizador a sangre y fuego despojó a los invadidos de su milenaria religión Madre. Los Viejos Abuelos sabiamente aceptaron realizar un sincretismo religioso. El Espíritu no tiene banderas, idiomas o nacionalidades.
Esta es la razón por la cual, nuestros antepasados aceptaron la imposición de los invasores y se adaptaron a la “nueva religión”, pero LA ESNECIA MILENARIA sigue estando ahí presente…se ve y se siente.
Esta es la razón por la cual en la mayoría de las comunidades, especialmente las que tienen la milenaria forma de organización, siempre se encontrará un “comité del templo” y un grupo de personas que “sirven a la comunidad”, cuidando y manteniendo el templo.
Esto es lo valioso de nuestra Cultura Madre. Que a pesar de estos quinientos años de opresión, violencia y despojo, han sabido preservar los valores del ESPÍRITU y se han sabido refugiar en la religión para mantener sus milenarias tradiciones de manera camuflajeada.
Una religión muy “su generis”, pues a pesar de estar encima y visible la religión impuesta. La ESNECIA milenaria se agazapa en el mundo invisible del Espíritu, que es comunitaria y se expresa con flores, cantos y velas”.
Visitar los pueblos de los Valles de Oaxaca, es una gratificante búsqueda de la raíz y la esencia de los que somos los mexicanos. “Oaxaca es la reserva espiritual de México”, porque ha sabido guardar en sus tradiciones, fiestas, usos, costumbres y viejas construcciones la “materia esencial” de lo que en verdad somos.